Después de haber seleccionado qué tipo de baldosas queremos y el tamaño de la entrada, lo que haremos es redistribuir la tierra. En vez de nivelarla, lo que haremos es darle un poco de pendiente para que en caso de lluvia el agua se dirija al jardín y no a la casa. Para ello colocaremos un tablón de madera en cada lado para asegurarnos de que haya una ligera pendiente. También colocaremos unos verticales en cada lado para atar cordeles que sirvan para calibrar y medir que las baldosas estén bien colocadas posteriormente. La tierra que hay en el interior debe ser compactada para evitar problemas posteriores. Cortamos una madera que mida entre 5 y 10 cm para calibrar el nivel de tierra entre los cordeles. Tiene que haber 5 cm para las baldosas y 2-3 cm para la arena. Cuando el suelo esté correcto, tiramos arena por todo el espacio y utilizamos otro trozo de madera de 5 cm para para redistribuir correctamente la arena. De este modo ya podremos empezar a colocar las baldosas.
Una vez hayamos terminado de colocar las baldosas, nos ayudamos con los tablones para terminar de alinearlas y por último, barremos por encima de las baldosas con la arena sobrante para que se rellenen las juntas de arena y quede todo bien compactado.
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